El esófago de Barrett es una alteración que afecta al esófago, el tubo que lleva la comida desde la boca hasta el estómago.
Cuando se tiene esófago de Barrett las células normales (células escamosas) de la parte inferior del esófago se sustituyen por unos tipos diferentes de células (células intestinales o gástricas). Aparece por el daño repetido y mantenido en el tiempo del ácido del estómago refluyendo hacia el esófago, el denominado reflujo gastro esofágico (ERGE). En la gente con ERGE el esófago está expuesto a cantidades demasiado grandes de ácido del estómago y las células de la parte inferior del esófago pueden cambiar para proteger al esófago de esa exposición al ácido. Ese cambio produce el esófago de Barrett.

Por tanto el Barrett es causado por el reflujo que se produce cuando el ácido que está en el estómago se desplaza hacia el esófago. La mayor parte de la gente con reflujo jamás desarrollará esta condición, pero algunas lo pueden hacer. Si se padece de reflujo es importante saber si se tiene Barrett. Para poder llegar a un diagnóstico debe hacerse una endoscopia digestiva alta o gastroscopia.
El esófago de Barrett se suele dividir en corto y largo, según la longitud del cambio de la piel esofágica. Hoy día el endoscopista debe incluir la denominada clasificación de Praga en el informe de la prueba, en el que se determina la longitud del esófago de Barrett. Además se tomarán biopsias para confirmar el diagnóstico y descartar la presencia de displasia.
El esófago de Barrett se trata cortando el reflujo de ácido desde el estómago. Esto no cura el Barrett pero evita que empeore. Debe prevenirse la aparición de reflujo y no limitarse simplemente a tratarlo después de que da molestias. Se deben seguir medidas dietéticas como evitar la cafeína, el alcohol, el chocolate, el picante, la menta y las grasas que pueden hacer que empeore el reflujo. Es conveniente además hacer cenas ligeras para no acostarse con el estómago lleno y no hacer comidas muy copiosas. Además los pacientes deben usar indefinidamente los denominados inhibidores de la bomba de protones, como el omeprazol. Estos medicamentos, conocidos popularmente como “protectores gástricos” son muy seguros y carecen prácticamente de efectos secundarios. El paciente debe hacerse además endoscopias periódicas de seguimiento. Según las guías clínicas actuales suelen recomendarse cada tres a cinco años si ni aparece displasia en las biopsias.
Una complicación potencial del esófago de Barrett es que con el tiempo la cubierta celular pueda llegar a producir lesiones precancerosas y finalmente un tumor. Un estudio reciente publicado en la revista Clinical Gastroenterology and Hepatology demuestra que el riesgo de desarrollar un cáncer de esófago en los pacientes con esófago de Barrett corto puede ser mucho menor de lo que se creía. En este estudio hecho en 1883 pacientes de siete hospitales de USA y Europa se demostró que la tasa de progresión de un esófago de Barrett corto a cáncer era de 0.07% por año comparada con la del esófago de Barrett largo, que fue del 0.25% al año. Los autores concluyen que este bajo riesgo podría permitir que las endoscopias de control se espaciaran más de lo recomendado actualmente en las guías clínicas.
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