Hepatitis C

El hígado es el órgano más grande del cuerpo. Ayuda al organismo a digerir los alimentos, almacenar energía y eliminar las toxinas. La hepatitis es una inflamación del hígado. Un tipo, la hepatitis C, es causado por el virus de la hepatitis C (VHC).

El virus de la VHC causa tanto infecciones agudas como crónicas. Por lo general, la infección aguda es asintomática. La mayoría de las personas que están infectadas con hepatitis C no tienen síntomas durante muchos años. Aproximadamente un 15-45% de las personas infectadas elimina el virus espontáneamente en un plazo de seis meses, sin necesidad de tratamiento alguno.El 60-80% restante desarrollará infección crónica, y en estos casos el riesgo de cirrosis hepática a los 20 años es del 15-30%.

Distribución geográfica La hepatitis C existe en todo el mundo. Las regiones más afectadas son las del Mediterráneo Oriental y Europa, con una prevalencia del 2,3% y 1,5% respectivamente.  Existen numerosas cepas (o genotipos) del VHC, cuya distribución es variable según la región.

¿Cómo se contrae la hepatitis C? Cualquier persona puede  contraer una hepatitis C, pero las personas más propensas son aquellas que:

  • nacieron de una madre con hepatitis C
  • están en contacto con sangre o agujas infectadas en el trabajo
  • tienen antecedentes de una enfermedad transmitida sexualmente
  • están recibiendo diálisis renal
  • están infectadas con VIH
  • se han inyectado drogas
  • se han realizado tatuajes o piercings en el cuerpo
  • están o han estado en  la cárcel
  • se han realizado una transfusión de sangre o trasplante de órgano antes de  1992
  • tienen hemofilia y recibieron factor de coagulación antes de 1987

También hay más probabilidades de que los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres contraigan hepatitis C. Sin embargo hay un porcentaje de pacientes con hepatitis C que no presentan ninguno de estos factores de riesgo.

No es posible contraer hepatitis C por

  • darse la mano o sujetarse de la mano con una persona infectada
  • recibir la tos o el estornudo de una persona infectada
  • abrazar a una persona infectada
  • sentarse al lado de una persona infectada
  • compartir cucharas, tenedores u otros utensilios para comer
  • tomar agua o ingerir alimentos
  • No es posible que un bebé contraiga hepatitis C de la leche materna.

Síntomas La infección a largo plazo por el virus de la hepatitis C (VHC) se conoce como hepatitis C crónica. La hepatitis C crónica generalmente es una infección «silenciosa» durante varios años, hasta que el virus daña el hígado lo suficiente como para provocar los signos y síntomas de la enfermedad hepática. Algunos de los signos y síntomas son los siguientes:

  • Sangrado con facilidad
  • Hematomas con facilidad
  • Fatiga
  • Poco apetito
  • Coloración amarillenta en la piel y los ojos (ictericia)
  • Orina de color oscuro
  • Picazón en la piel
  • Acumulación de líquido en el abdomen (ascitis)
  • Hinchazón en las piernas
  • Pérdida de peso
  • Desorientación, somnolencia y balbuceo (encefalopatía hepática)
  • Vasos sanguíneos en la piel similares a las arañas

Cada infección por hepatitis C crónica comienza con una fase aguda. La hepatitis C aguda generalmente no se diagnostica porque pocas veces provoca síntomas. Cuando los signos y síntomas se manifiestan, pueden incluir ictericia junto con fatiga, náuseas, fiebre y dolores musculares. Los síntomas agudos aparecen de un mes a tres meses después de la exposición al virus y duran de dos semanas a tres meses.La infección aguda por hepatitis C no siempre se hace crónica. Algunas personas eliminan el VHC de su cuerpo después de la fase aguda, un resultado conocido como eliminación espontánea del virus. En estudios de personas con diagnóstico de VHC agudo, los índices de la eliminación espontánea del virus variaron del 14 al 50 por ciento. La hepatitis C aguda también responde favorablemente a la terapia antiviral.

Diagnóstico Dado que la infección aguda por el VHC es generalmente asintomática, son muy pocos los casos diagnosticados en la fase aguda. A menudo, la infección crónica por el VHC también queda sin diagnosticar porque se mantiene asintomática hasta décadas después, cuando aparecen síntomas secundarios al daño hepático grave.La infección con el VHC se diagnostica en dos etapas:

  1. -La detección de anticuerpos anti-VHC con una prueba serológica revela la infección.
  2. -Si los anticuerpos anti-VHC son positivos, para confirmar la infección crónica se necesita una prueba que detecte el ácido ribonucleico (RNA) del virus. Ello es así porque un 30% de las personas infectadas por el VHC eliminan espontáneamente la infección mediante una respuesta inmunitaria fuerte, sin necesidad de tratamiento, y aunque ya no estén infectadas seguirán teniendo los anticuerpos anti-VHC positivos.

Una vez diagnosticada una hepatitis C crónica se deberá evaluar el grado de daño hepático (fibrosis o cirrosis). Esto puede hacerse por biopsia hepática o por diversas pruebas no invasivas.Además, se debería realizar una prueba de laboratorio para identificar el genotipo del virus. Hay seis genotipos del VHC, y su respuesta al tratamiento es diferente. Por otra parte, una misma persona puede estar infectada por más de un genotipo. El grado de daño hepático y el genotipo del virus se utilizan para orientar las decisiones terapéuticas y la conducta clínica.

Quién debe hacerse las pruebas.El diagnóstico precoz puede prevenir problemas de salud derivados de la infección, y también la transmisión del virus. La OMS recomienda el cribado en personas que puedan correr un alto riesgo de infección.Los grupos de población más expuestos al riesgo de infección por el VHC son:

  • -los consumidores de drogas inyectables;
  • -los consumidores de drogas por vía intranasal;
  • -los receptores de productos sanguíneos infectados, y los pacientes sometidos a intervenciones invasivas en centros sanitarios cuyas prácticas de control de la infección son inapropiadas;
  • -los niños nacidos de madres infectadas por el VHC;
  • -personas cuyas parejas sexuales están infectadas por el VHC;
  • -personas infectadas por el VIH;
  • -reclusos o exreclusos;
  • -personas que hayan tenido tatuajes o piercings

Tratamiento La hepatitis C no siempre requiere tratamiento, porque en algunas personas la respuesta inmunitaria eliminará la infección espontáneamente y algunas personas con infección crónica no llegan a presentar daño hepático. Cuando el tratamiento es necesario, el objetivo es la curación. La tasa de curación depende de algunos factores tales como la cepa del virus y el tipo de tratamiento que se dispensa. Hasta hace poco tiempo, el tratamiento para la hepatitis C requería inyecciones semanales y medicamentos de administración oral que muchas personas infectadas con el VHC no podían tomar debido a otros problemas de salud o a efectos secundarios inaceptables.Eso está cambiando. En la actualidad, la hepatitis C crónica generalmente puede curarse con medicamentos de administración oral que se toman todos los días durante un período de dos a seis meses. El sofosbuvir, el daclatasvir y la combinación de sofosbuvir/ledipasvir forman parte de los tratamientos y pueden lograr tasas de curación superiores al 95%.Estos medicamentos son mucho más eficaces y seguros, y mejor tolerados que los tratamientos antiguos.

Alimentación, dieta y nutrición Si tiene hepatitis C crónica, debe tomar medidas para cuidarse, lo que incluye alimentarse con una dieta saludable. Evite tomar alcohol, que puede dañar el hígado. Comuníquese con su médico antes de tomar vitaminas y otros suplementos.

Prevención. Como no hay vacunas para prevenir la infección por el VHC, la prevención depende de la reducción del riesgo de exposición al virus en el entorno sanitario, en los grupos de población de alto riesgo, como los consumidores de drogas inyectables, y en los contactos sexuales.

Para las personas infectadas por el virus de la hepatitis C la OMS recomienda:

  • -información y asesoramiento sobre opciones de atención y tratamiento;
  • -vacunación contra las hepatitis A y B para prevenir la coinfección por esos virus y proteger el hígado;
  • -tratamiento médico temprano y adecuado, incluida, si procede, la terapia antivírica
  • -seguimiento periódico para el diagnóstico precoz de la enfermedad hepática crónica.

 

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